Era el año 70, apenas se iniciaba el
segundo período de los “Doce Años”…Se organizó un concurso en conmemoración del
115º Aniversario de la Batalla de Santomé. El ganador fue nuestro hermano mayor
(Ramón Ernesto Ramírez Read-Ramón Bola)…En
ocasión de recibir el premio de manos del Dr.
Víctor Gómez Bergés (Secretario de Estado de Educación, Bellas Artes y
Cultos), escribió estas palabras que fueron pronunciadas en el acto celebrado
en la Sabana de Santomé. Hoy, 45 años después las reproduzco como un justo homenaje
a su memoria. Descanse en paz, Hermano, al menos el ejemplo de tu vida no fue
en vano para quien esto escribe.
LA
BATALLA DE SANTOMÉ
(Un
Poema en Prosa en memoria de sus héroes)
Al conmemorar el 115º (154º) aniversario
de la BATALLA DE SANTOMÉ, devoto me
poso ante el “Ara Sagrada” donde
viven mis recuerdos para entregar al santuario de su memoria este fruto de mi
huerto espiritual.
Yo comparezco ante esta cita del
patriotismo, en representación de la juventud sanjuanera, para cumplir con
inocultable sensación de deleite cívico
y con tan limpio caudal de amor a la Patria, que fío en ellos toda la
inspiración de mi palabra.
Resulta difícil tarea retraer los
acontecimientos ocurridos 115 (155) años atrás, postrarlos delante de nuestro
intelecto y hacer un juicio claro, precio y objetivo. Pero ayudado por la
excelsitud que fulgura en la esplendorosa conmemoración de la BATALLA DE
SANTOMÉ que trae un nuevo gajo de laurel para acrecer con su tributo, el acervo
de nuestras luchas emancipadoras y la permanente preocupación por preservar y
hacer intangible nuestro feudo soberano, a base de hechos fecundos de paz y de
esfuerzos constructivos, yo emitiré (emito) mi somero juicio sobre dicha gesta
patriótica.
Desde mi mocedad he oído hablar con
marcado entusiasmo y amor sobre una de las más heroicas y dignas consagraciones
del patriotismo nacional: LA
BATALLA De SANTOMÉ, librada el 22 de
diciembre del 1855.
Este minucioso recuento de tan
glorioso hecho histórico tiene como firme propósito la
exaltación del mismo, la de su figura
cumbre el General José María Cabral y su significación histórica.
Para todos nosotros que somos
dominicanos y en especial sureños, este día tiene un significado señero y
sublime, pues marca un eslabón más en la cadena de acontecimientos que
promovieron la definitiva independencia de nuestra Patria.
Hay unas pinceladas de suavidad tan
subyugadoras en esta celebración de la Batalla, que importa realzar su
significado y comunicarle todo su vigor y colorido, porque en esencia no hay
mejor sujeto de exaltación y de justiciera pleitesía en una celebración de tan
límpido linaje, que los que lucharon con coraje y amor, en las guerras
libertadoras que culminaron con la Independencia Nacional.
Hoy demostramos que sabemos condecorar
a los héroes, exaltar virtudes, premiar talentos, admirar patriotismo y
valentía y rendir pleitesía a los que en la escena de nuestro país, han logrado
una categoría superior, a quines con acendrados sacrificios mantuvieron
latentes el baluarte de nuestra soberanía.
Celebramos hoy no una victoria de
partes para una celebración de libertad simbolizando el final así como el
principio, simbolizando una renovación así como un cambio.
En la historia del mundo solamente a
algunas generaciones se le han otorgado el papel de defender su libertad en sus
momentos más difíciles o en sus horas de máximo peligro. Esos hombres que hoy
honramos no retrocedieron ante esta responsabilidad, ellos le dieron la
bienvenida.
Exhorto a los presentes(lectores) a
deponer las mundanas fatigas y preocupaciones e internarnos en el encanto sutil
de esta reminiscencia patriótica.
En los años anteriores a 1855 el
malestar político se acentuaba cada vez más y el descontento público casi se
manifestaba sin embozos contra el sistema de reprimirlo todo con arbitrarios
golpes de fuerzas.
Junto al pavoroso espectro del pasado
había que colocar el amenazador problema del presente. En conocimiento el
General Santana de que el Emperador Soulouque organizaba en 1855 una nueva
invasión contra la República, se dirigió sin dilación a Azua, dejando encargado del Poder Ejecutivo el
Vicepresidente Regla Mota, quiñen dictó dos(2) Decretos:
1-
Llamando
a las armas a todos los dominicanos de dieciocho a sesenta años.
2-
El
contentivo de la declaratoria de sitio en todo el territorio nacional.
El General Santana dividió nuestro
ejército en dos cuerpos. Uno salió sobre San Juan a la cabeza del cual iba el
General Juan Contreras, y otro se dirigió hacia Neyba, bajo las órdenes del
Francisco Sosa.
Mientras que en nuestro país eran
ultimados los detalles de la estrategia de defensa, el Emperador Soulouque con
un ejército de 30 mil hombres se había apoderado, después de algunos combates
de los pueblos de Neyba y Las Matas de Farfán.
El eco de esta noticia repercutió más
allá del deseo de ser libres e inmediatamente nuestras fuerzas se aprestaron
para desvanecer los sueños de dominación del cerebro de los invasores.
Había llegado el día de tan patriótica
recordación para las armas dominicanas, el 22 de diciembre de 1855. El día en
que el General José Mª Cabral, Jefe de la vanguardia del cuerpo del ejército
bajo las órdenes del General Contreras, batió gallardamente en la Sabana de
SANTOMÉ a los haitianos; postró en combate singular de dos mandobles al General
enemigo Antoine Pierre, Duque de Tiburón; cundió la noticia de la muerte de su
Jefe entre los haitianos y con esta el desasosiego y la desesperación tendió su
manto fúnebre con sabor a derrota sobre la frente de cada uno de los intrusos
invasores. Vencidas quedaron allí una vez más las pretensiones de dominarnos
nuevamente. El General Cabral apresó una pieza de artillería y una gran
cantidad de equipajes militares y pertrechos, y dejó cubiertos de cadáveres de
intrusos los secos pajonales de esa sabana, que, como dijo un vibrante escritor
fenecido “Ardieron como inmensos pebeteros de su gloria”.
Merecieron especial mención en este
brillante hecho de armas los Generales Cabral, Contreras y Pérez, el Coronel
Puello y otros muchos oficiales, para cuya memoria guardará siempre la gratitud
nacional el ramo de laurel que conquistaron por sus hazañas portentosas.
Los descalabros sufridos por el
ejército haitiano en 1855 en Santomé y en 1856 en Sabana Larga persuadieron a
Soulouque de que nada podía domar la voluntad del pueblo que se había abrazado
al ideal de redención.
Tales son los pormenores de la BATALLA DE SANTOMÉ. La egregia figura
del General Cabral sirvió de marco a tan glorioso episodio histórico. El Senado
en nombre de la República resolvió, en mérito a los servicios prestados por el
General Cabral a nuestra causa, ofrecerle una “espada de honor” con las
inscripciones siguientes; de un lado de la hoja: GRATITUD NACIONAL y del otro: HONOR AL GENERAL J. M. CABRAL.
Además se dispuso la acuñación de
monedas de oro para los Generales, Jefes y Oficiales que tomaron parte en las
acciones de 1855 y 1856.
La BATALLA DE SANTOMÉ es una de
las más grandes expresiones de amor y patriotismo. Ese amor y patriotismo que
nos arrebatan el corazón y la mente y
los eleva ha inspirado éxtasis supraterrenal. A ese éxtasis que nos hace
trasponer los umbrales del patriotismo, BATALLA
DE SANTOMÉ eres la infinita condensación del más puro de los sentimientos,
báñanos sutilmente con tu perfume deidificador. Haz que nuestras vulgares almas
adquieran el excelso matiz que tienen tus campos esplendorosos. Tú, que
sintetizas lo más casto, lo sublime, lo púber, lo virgen, aquello que no ha
sido tocado por la idea ultrajantemente maliciosa del hombre, dígnate dejar que
siquiera consignemos tus virtudes de inasequible divinidad. Pero además en una
actitud imprecatoria rogamos que con tu candoroso influjo imprimas sentimientos
bellos en la psiquis de los hoy constituidos en dominicanos libres e
independientes.
No hay dudas de que el progreso de los
pueblos no puede estar pendiente tan solo de las conquistas tangibles, sino en
la suficiente madurez que se obtiene del estudio de su historia y que ha de ser
el fruto perseverante de la conciencia con que los ciudadanos contribuyan a
crear las bases de un futuro cada vez más estable y promisorio para el común
aprovechamiento de quienes aman la Patria y se solazan con el lustre de sus
lauros inmortales.
Por eso no quiero epilogar mis
palabras sin unas reflexiones que pueden tener los resultados a veces
insospechados de las semillas que lanzadas al voleo caen sin embargo, en las
entrañas generosas de una tierra que las recibe con maternal cariño y permite
una fecundación lozana y esplendorosa que revienta en sazonados frutos.
Nada ni nadie había podido apagar la
sonrisa leda y franca del pueblo dominicano, ni siquiera los años bajo el yugo
haitiano.
El sentido poético de Latinoamérica no
había muerto en el pequeño terruño de DUARTE.
Cada latigazo junto a la huella dolorosa tejió una sonrisa de optimismo. El
dominicano-como el lirio silvestre- crece con más fragancia mientras más cerca
del pantano nace. En nuestro país ninguna circunstancia ha destruido el deseo
de ser libre y soberano. Ni la extinción de los Aborígenes, cinco siglos atrás,
ni las guerras intestinas en los albores de su angustiosa histórica, ni el
desfile de caudillos que por sed de gobernar han derramado tanta sangre, ni el
extracto fluido de su empecinada oligarquía destructora de todos los intentos
de democracia, ni la propia invasión de 1855, plagada de abusos y crueldades.
Lo que el General Cabral y sus
compañeros nos dejaron fue más que una actitud, digamos simplemente que ellos
miraron hacia el porvenir. Ellos no sabían que este les depararía, pero ellos
sabían que hacia ese futuro era donde debían mirar. Solamente hasta cierto
punto somos prisioneros del pasado, el futuro nos libera. Al igual que Ellos
nuestra máxima preocupación debe y tiene que ser el devenir de las cosas.
Debemos como ellos luchar por el presente para ofrecer, al igual que Ellos a
nosotros, a nuestras generaciones venideras un futuro brillante y esplendoroso.
Nuestra historia es una historia
hermosa porque es trágica, la historia más hermosa es la que registra más
calamidades. Un proverbio sajón dice: “Las naciones felices como las mujeres
felices no tienen historia…” Eso es cierto, CRISTO no es histórico porque naciera en un pesebre ¡No! La
humanidad no repercute con el trueno. CRISTO
es histórico por la trascendencia de su obra cuajada de martirios, de
vejaciones y de sacrificio…Por lo mucho que padeció para difundir su doctrina.
Su vida es inmensamente grande porque es inmensamente triste.
¡La historia, como la autopsia, dice
la verdad sobre el cadáver!
Compatriotas: Mucho ha sido dado a
nosotros y para nosotros, y mucho, por consiguiente esperado por nosotros. En
nuestras manos está la defensa y el mantenimiento de esa Independencia y
Libertad que se nos dio gallardamente el 22 de diciembre del 1855 en SANTOMÉ,
defendámosla con la vida si es preciso.
“Recordemos
que vivir sin Patria es lo mismo que vivir sin honor” y que “Trabajar por y para la Patria, es trabajar
para nuestros hijos y para nosotros mismos” Como expresara el Creador de la
República y el más grande de todos los Dominicanos: JUAN PABLO DUARTE.
Por: RUBY(Ramón E. Ramírez Read)
San Juan de la Maguana, R.D.
11 de diciembre del 1970.-
Año Internacional de la Educación